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viernes, 25 de noviembre de 2016

Sobre mí...

Salam alaykum wa rahmatu Allah wa barakatu

Empecé mi blog contando quién soy.

El cambio de religión también supuso, y a día de hoy sigue suponiendo, un gran esfuerzo para mi familia.
Especialmente con la polémica del pañuelo, que no comprenden aunque hayan terminado aceptando.
Aún así, el hecho de que no compartan mis ideas, no siempre ha sido algo malo; puesto que aún así he recibido su apoyo, gracias a Dios (alhamdolilah).
En un principio nadie creía en mi fe como musulmana, y sólo esperaban a que cambiase de idea. Pero, a estas alturas, creo que ya se han dado cuenta de que esto no tiene vuelta atrás.
Si me hubiese hecho monja, pienso que para mi familia hubiera sido igual de difícil. Aunque quizás no tanto porque no está tan mal visto como la mala imagen que hay de los musulmanes.

A veces no sé en qué grupo encajo, parece que para ninguno soy "completamente suya". Como se suele decir, hay veces que me siento en tierra de nadie. Por mucho que yo sé quien soy, y soy feliz con ello, tantos cambios y decisiones hacen sentir que ya no perteneces a ningún grupo: ni a las españolas, ni a las musulmanas árabes, ni a la sociedad francesa ahora que vivo aquí... Soy para todos una extranjera. Pero aún así ¡sigo siendo yo!
Y muy a pesar de muchos, la gente sigue sin comprender que se puede ser musulmana y española. Por eso, aquí un vivo ejemplo,

En alguna ocasión he tenido que fingir ser quien no era / soy, y es el peor sentimiento que se puede tener. No hay nada mejor que ser uno mismo y defender siempre nuestras propias ideas.
Es cierto que la sociedad no está hecha para mí, ¡hay tantas injusticias! Pero lo que no pienso permitir es renunciar a quien soy.
Más de una vez me ha tocado decidir influida por algo o alguien, pero no quiero que eso siga siendo así y lucharé por tomar mis propias decisiones. No es bueno decidir para complacer a los demás.

De lo que puedo sentirme orgullosa, siempre, es de haber aprovechado bien mi tiempo y las cosas que me han ido sucediendo.
Por si acaso no hay mañana, mejor vivirlo todo intensamente y aprender de las situaciones. ¡No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy!
Puede que sea una persona ambiciosa, pero mejor eso que vivir sin sueños ni aspiraciones.

Hace unos meses pude compartir un vídeo que, para mí, fue muy importante poder compartir gracias a Dios (alhamdolilah).
En él, respondo a las preguntas que más suelen hacerme sobre mi cambio de religión.
Y con esta manera puedo llegar más fácilmente a aquellos que no se atreven a preguntarme directamente, pero que sí hablan a mis espaldas.




sábado, 8 de octubre de 2016

La influencia externa en nuestras decisiones

A pesar de que deberíamos siempre tomar decisiones por nosotros mismos, por nuestros sentimientos, por nuestras preferencias... siempre hay algo externo que nos condiciona a la hora de decidir.

Cuántos casos se han visto o se ven de personas que han comenzado una relación (de pareja o matrimonio) simplemente por escapar de su casa. Un entorno en el que tienen conflictos, por el motivo que sea, o donde no tienen libertad para elegir o son demasiado manipulados u obligados, que les hace querer salir corriendo, y lo hacen con la primera persona que se les cruza en el camino sin importar si la relación irá bien o mal.

A veces, este mismo mal estar familiar, en una familia conflictiva o desestructurada, hace a las personas querer salir corriendo en busca de algo mejor, que no siempre se encuentra. Un trabajo mal pagado, vivir con personas desconocidas, dejar perder amistades, estudios, etc... Cualquier cosa por escapar de esa situación.

Pero, una vez que ya te has ido, has escapado de algo que no te gustaba, ¿qué ocurre si en tu nueva situación te encuentras igual o peor que en la anterior?
El miedo a los reproches, al ya te advertí que no iría bien, a los comentarios de la gente y a las preguntas sin sentido que tendrás que responder... Todo esto hace que muchas personas prefieran seguir mal, aguantar y callar, para no tener que dar la razón o para no tener que verse criticadas nuevamente.

Fingir no es bueno, aparentar que todo está bien cuando no es así, tampoco. ¿Por qué conformarnos con lo que tenemos si podemos buscar nuevamente una salida?
Que el miedo nos pare a la hora de elegir, que no se frenen nuestros deseos por miedo a los demás.

Si algo no va bien, puede que tengas que verte en una situación difícil, pero el cambio empieza aquí y a lo mejor más adelante está eso tan bueno que deseas y mereces.
Que Allah swt nos guíe siempre en las mejores decisiones y no nos permita condicionarlas por el exterior.

lunes, 3 de octubre de 2016

Bajar la mirada


Hace años una persona me dijo algo así como: "si tu vas con tu mirada agachada no tendrás nada que temer, estarás tranquila".
En ese momento no lo entendí, y lo primero que me vino a la cabeza fue: "¿y yo por qué tengo que agachar mi cabeza? Si yo estoy muy orgullosa de quien soy y no tengo que esconderme de nadie".
A día de hoy, he entendido que esa frase no se refería a agachar mi cabeza como escondiéndome del mundo. Sino que se refería a bajar la mirada como signo de pudor, vergüenza, educación, respeto. Bajar la mirada por temor, pero temor a Allah swt, a desobedecer o a faltar en nuestro comportamiento.
Ante una persona que tiene más nivel que nosotros en algo, por ejemplo ante un profesor, ante un juez, ante un rey... a nadie se le ocurre mirarle con arrogancia, faltarle el respeto. Teme ser castigado por la falta ante alguien más alto en cargo que nosotros.
Entonces, ¿por qué deberíamos ser irrespetuosos con el creador, desobedecer en aquello que se nos ha ordenado?

Dice en el sagrado Corán algo así como que debemos bajar la vista y recatar nuestra mirada, y conforme aumenta nuestra fe, aumenta la obediencia, y también en este acto.
Llega un momento en que te da vergüenza mirar a ciertas personas (hombres que no conoces), que te sonrojas por el simple hecho de tener que pedirles algo (por ejemplo a nivel administrativo o de compras), que prefieres mirar a cualquier lado antes que mirarle fijamente a los ojos.
Y ¿acaso es eso un signo de debilidad, de ser menos? Para nada, es un signo de que tienes vergüenza de tratar con esa persona, que temes desobedecer en aquello que se te ha ordenado, y que tu pudor y hace que te comportes así.

Que Allah nos facilite el mejor comportamiento para complacerle y obedecerle.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

La muerte, 16 años después


Hace 16 años que la muerte se llevó a mi abuela paterna, con quien yo había tenido mucho apego en sus últimos días y con quien había compartido muchos momentos, generalmente de culto y en relación con la iglesia católica.
Cuando mi abuela murió, no entendía porqué se había ido, sentí su pérdida como un castigo. Sentí que todo lo que había hecho, rezado, y dedicado a la religión y a Dios, no había valido para nada.

8 años después, la muerte se llevó a mi abuelo paterno, pero esta vez no fue tan sufrido por mí. Le apreciaba, pero no estaba tan unida a él como lo había estado a mi abuela en sus últimos días. Además, como sufrió enfermedades durante años y le había visto sufrir tanto, a él y a los que estábamos a su alrededor, su muerte fue como el fin a tanto sufrimiento, el descanso para él y para nosotros.

A día de hoy, ha sido a mi abuela materna a quien le ha tocado, hace unos meses, dejar este mundo. Este para mí ha sido el golpe más duro pues no hay otra persona con la que yo haya estado más unida. Con ella me crié desde que nací, con ella he vivido muchos momentos tanto de mi infancia como de la edad más adulta, ha sido para mí una madre, me acompañó en mi boda y en el nacimiento de mis dos hijos, he compartido con ella lo bueno y lo malo, hablaba con ella a diario... Y ahora ya no está.
Pero para sorpresa de todos, no se me ha visto "afectada" por su pérdida. ¿Y cómo es posible?

Probablemente, la madurez, la edad, hayan hecho que pueda llevar esta pérdida de una manera mucho más relajada, mucho más tranquila.
Pero la edad no es algo que nos haga sobrellevar la pérdida de mejor o peor manera, aunque pueda que influya.
Lo que realmente me ha hecho saber afrontar su pérdida de manera tranquila son: mi forma de pensar y el conocimiento que tengo.
Ahora sé que la muerte puede sobrevenirnos en cualquier momento, que no hay edad, ni actos buenos o malos que hagan que llegue antes o después.
Después de conocer el islam, he entendido que nuestras buenas obras y nuestra adoración serán recompensadas en la otra vida, después del juicio final, y por lo tanto no importa cuántas hayas hecho para que la muerte te llegue antes o después.
La muerte no es un castigo, es algo que tiene que llegar y sólo depende de la hora en que esté decretada para nosotros.

Estoy tranquila porque sé que mi abuela fue una buena persona y confío en que Allah (Dios) -swt- le recompense por ello en el día del juicio final.
Estoy tranquila porque sé que hice con ella y por ella todo aquello que pude mientras estuvo aquí. Con lo cual, confío en que ella murió contenta conmigo y orgullosa de mí.
Estoy tranquila porque el islam me ha enseñado a tener paciencia, y a afrontar con paciencia las pérdidas de nuestros seres queridos.
Estoy tranquila porque sé que la vida sigue para mí, y para nosotros, y que tenemos que seguir adelante, esforzándonos por nuestras buenas obras antes de que nos llegue la muerte a nosotros mismos, y porque en memoria de aquellas personas que ya no están tenemos que hacer muchas cosas para que todo siga como ellos hubieran querido (in shaa Allah - si Dios quiere-)

lunes, 1 de agosto de 2016

¿Y si después no hay nada?

Hace algún tiempo vi esta imagen y me llamó mucho la atención.


Esta pregunta, yo también me la he hecho alguna que otra vez.
Creo que todos los musulmanes (o la mayoría), y en general todas las personas, hemos tenido nuestros momentos de duda de fe, nuestros momentos de cuestionarnos si habrá o no algo después de la muerte...

Creo firmemente en Dios (Allah), y creo en la predestinación, y en el Día del Juicio Final, y en el Paraíso y el Infierno, y en todas las otras cosas que el islam conlleva creer.
Pero en momentos de duda de fe, en momentos en los que la tentación de satanás es muy fuerte, en momentos de enfado porque algo no ha salido como esperaba, o yo que sé en qué otras situaciones, sí que he tenido mis dudas y he llegado a pensar: "¿servirá para algo todo esto?"
Pero luego, gracias a Dios (alhamdolilah), mi respuesta ha sido: "por si acaso, no quisiera echarlo todo a perder".

Y es así, no hay otra respuesta a esta pregunta.
Si el día de mañana, después de la muerte, no hubiese otra vida, ni juicio final ante Dios, ni absolutamente nada más; más que simplemente te mueres y ahí acaba todo.
No habré perdido nada por intentarlo.
No habré perdido nada por pasar mi vida buscando el bien de mi cuerpo en cuanto a alimentación sana y cero sustancias tóxicas.
No habré perdido nada por haberme vestido de la manera que he creído correcta.
No habré perdido nada por mis ratos de adoración, de rezo, de paz interior, de espiritualidad.
Habré vivido como creo que debo, de la mejor manera posible bajo mi punto de vista, y siempre fiel a mis criterios.

En cambio, ¿y si después hay un Día en el que seremos juzgados por nuestras obras? ¿y si de verdad somos condenados al fuego eterno del infierno y nada puede salvarnos?
Puede que ahora no temas nada, puede que no tengas miedo de ese día porque lo ves muy lejano.
Pero la muerte puede sorprenderte en cualquier momento, incluso ahora mismo.
Entonces, cuando ya no haya tiempo para cambiar, para hacer otra cosa, ¿cómo te justificarás?
¿Qué dirás cuando te pregunten por qué no adoraste?
¿Qué dirás cuando se te juzgue por toda esa diversión que tuviste en esta vida con aquello prohibido?
¿A quién culparás de que tú mismo/a hayas elegido ese camino?
¿Cómo conseguirás salvarte si tu tiempo ya ha terminado?

Por si acaso, nunca dejes de intentarlo.
Busca la recompensa en esta vida y en la otra.
Disfruta, vive el día a día de la mejor manera, pero recordando siempre los límites.
No te descuides, pues la muerte puede estar más cercana de lo que creemos.

domingo, 31 de julio de 2016

¿Ambición?

A veces pienso que soy una persona demasiado ambiciosa porque me propongo demasiadas metas y siempre intento involucrarme en más y más proyectos nuevos.
Es tanto, que a veces me da la sensación de que con tanto que quiero hacer, no hago nada.

Si entendemos la ambición como el deseo de llegar más y más lejos, si, ¡esa soy yo!.

No quiero ser más que nadie.
No quiero tener más que nadie.
No quiero riquezas.
No quiero que la gente me halague.

Lo que quiero es sentirme bien conmigo misma.
Estar orgullosa de haber alcanzado mis objetivos.
Ser feliz haciendo aquello que de verdad me interesa.
Quiero seguir, aprovechar todo el tiempo, no rendirme nunca.

Pero el problema es que quizás quiero hacer demasiadas cosas, y no puedo con tanto.
O que quizás me planteo metas difíciles. Me gustan los retos.

Y es que cada vez que me pongo a pensar en alguna injusticia, en alguna necesidad, en algo que no debería ser como es, me dan ganas de cambiarlo.
Quiero moverme, hacer que otras personas se muevan conmigo para buscar algo mejor.

Veo esa falta de humanidad que hay en el mundo, personas tan necesitadas que no reciben absolutamente nada de ayuda mientras otras personas disfrutan derrochando y malgastando.
Veo esos conflictos que surgen por la falta de conocimiento, que simplemente con un poquito de explicación y realidad podrían evitarse.
Veo tanta necesidad de material islámico en este país, tanto para nosotros como para aquellas personas que desconocen (libros, ropa, juguetes, etc).
Veo una falta de apoyo entre nosotros los musulmanes, veo que muchas veces somos nosotros los que nos excluimos del resto por ser insociables y no querer involucrarnos con el resto de la sociedad.
Que no, lo siento pero no puedo quedarme sentada de brazos cruzados.

Y es ahí cuando pienso: podría hacer esto, debería hacer aquello, por qué no intento lo otro...

Muchas cosas se quedan en un simple pensamiento, muchas veces por falta de apoyo, porque una persona sola no puede cambiar el mundo.
Pero otras, siento que poco a poco se consiguen.
Y espero, de corazón, que con constancia y sin tirar la toalla, algún día podamos cambiar a un mundo mejor, a una sociedad mejor, y a estar mejor.
Si Dios quiere (In shaa Allah ya Rabb)

sábado, 16 de julio de 2016

La sociedad no está hecha para mí

Hasta hace algún tiempo había muchas cosas de la sociedad que, a pesar de que no me gustaban y no compartía su forma de ver la vida, parece que no me importaba.
Hoy por hoy, creo que esta sociedad no está hecha para mí.

Supongo que este cambio de pensamiento tiene mucho que ver con mi maternidad, que quizás me hace ver el mundo pensando en mis hijos y en su futuro.
Pero estoy segura de que mi mayor conocimiento e implicación con el islam, el sentirme cada día más y mejor musulmana, esa fe que crece continuamente; también hace que ciertas cosas hayan dejado de pasar desapercibidas para mí, hasta el punto de que creo que me molestan.

Soy hija de padre y madre fumadores, y bebedores; que viven de una forma totalmente diferente al modo de vida que yo elegí para mí. Y no me avergüenzo de decirlo, pues aunque es algo que no comparto, su manera de vivir o de ver la vida no tiene nada que ver en mi comportamiento y en mi manera de vivir o de educar a mis hijos.
Hasta hace poco, veía gente fumando y bebiendo y me era indiferente. No compartía esa forma de vivir, ni esa ideología; pero me daba exactamente igual puesto que no influían en mi vida ni en mi día a día.

A día de hoy, veo cosas que realmente me molestan y no puedo evitar que se me note en la expresión cuando estoy mirando.
Veo una mamá / abuela (y lo mismo para los hombres) paseando a su bebé en el carrito, jugando con ellos en el parque, etc. y llevan en una mano al niño/a y en la otra el cigarro. No juzgo, pero no entiendo y, sinceramente me molesta. No por lo que haga cada uno con su vida, sino porque ese cigarro está afectando también a los niños.
Voy a comprar y veo a esos niños/as con afán de ayudar a sus padres en la compra (al igual que hacen los míos), y al ver que con tanta naturalidad le dicen los padres a los hijos "pon aquí la cerveza", o a la inversa "¿pongo ya la cerveza, papá/mamá?". No sé, me paro a pensar si en la educación de esos niños entra que cuando sean adultos deben beber porque es lo que toman los adultos.

Y mientras tanto, los musulmanes y musulmanas, divididos en grupos:
- Unos, completamente insociables, al margen de la sociedad para que sus hijos/as y ellos mismos vivan en una burbuja sin despegarse del islam (que me parece estupendo), aún sabiendo que en unos años éstos serán más mayores y tendrán que convivir con el resto de la sociedad y afrontar los porqués que no han resuelto en su infancia.
- Otros, buscando la complacencia de la sociedad, abandonando la religión o innovando para ser más aceptados por la sociedad no musulmana, para que sus hijos e hijas no se sientan diferentes del resto de niños; sin pensar que están educando en una religión que no existe puesto que mezclamos un poco de cada creencia o forma de vida, y que luego no sabrán diferenciar lo que es o no correcto.

Y yo me pregunto, ¿dónde está el término medio? ¿qué educación les damos los padres a nuestros hijos (independientemente de religión)?

La hawla wa la quwata illa bi Allah

sábado, 2 de julio de 2016

Nuestro comportamiento en Ramadán y el resto del año

Estamos en los últimos días de Ramadán y llega el momento de reflexionar:
¿Hemos aprovechado las bendiciones de este bendito mes?
¿Nos hemos comportado como debemos?
¿Qué hemos hecho durante este mes y qué nos ha faltado hacer?

Durante este bendito mes, los musulmanes ayunamos sin distinción de nacionalidad, estatus social, nivel económico, etc.
Somos capaces de abstenernos de comer, beber, mantener relaciones íntimas, etc durante todo el día, sin importar que éste dure 17 horas ahora que es verano.
Llegamos a casa después de una jornada de trabajo, cansados, con calor, y con tanta sed que abriríamos la nevera y nos beberíamos ese refresco que tenemos preparado, o simplemente un vaso de agua. No hay nadie en casa, nadie nos ve, podríamos beber lo que queramos y nadie se enterará. Pero de repente pensamos: "no puedo hacerlo porque Allah sí me está viendo, porque Allah me ha ordenado que me abstenga durante el día y porque no quiero perder mi recompensa de haber ayunado este día por su causa". Y por eso, sólo por eso, cambiamos de idea y decidimos lavarnos la cara con agua fresca, sentarnos relajadamente y refrescarnos de otra manera.

¡Qué bien! ¡Qué alto nivel de fe! Hemos sido capaces de pasar hambre, sed y calor sólo porque Allah así nos lo ha ordenado y porque sabemos la enorme recompensa que tiene hacerlo buscando sólo su recompensa.

Pero, parémonos a pensar: ¿somos así todo el año? ¿o sólo tenemos miedo de Allah y buscamos su recompensa en Ramadán?

Cuántos musulmanes no abren el Corán en todo el año, pero lo leen más de una vez en Ramadán.
Cuántos musulmanes no rezan, o no pisan una mezquita en todo el año, pero no faltan a ningún rezo durante Ramadán.
Cuántos musulmanes se olvidan de la sunna de los viernes, de decir Bismillah antes de cada cosa, de decir Alhamdolilah, de cubrir sus partes privadas, de cuidar su lengua y no hablar mal, decir obscenidades, mentir, etc.

Sí, esto de adorar plenamente a Allah en Ramadán está muy bien. Puede que obtengamos una gran recompensa por todos nuestros buenos actos.
Pero, ¿es que el resto del año Allah no nos está mirando?
Cuando hablamos con esa amiga/o y criticamos a la otra; cuando no nos importa acercarnos a lo prohibido; cuando pasan días sin que hayamos hecho ni siquiera los rezos obligatorios. ¿Por qué entonces no pensamos que también Allah nos está viendo, que nos castigará por ello?

Que Allah (Dios) nos haga de los fieles y nos haga salir de este bendito mes siendo mejores musulmanes, pero que nos mantenga así para siempre, durante todo el año, y a lo largo de toda nuestra vida.

jueves, 16 de junio de 2016

Las cosas que no nos gustan

Dice en el Sagrado Corán algo así como: Puede que algo os disguste y que sea un bien para vosotros, mientras que algo que os guste sea un mal.
Leído así, quizás no le encontramos ni sentido, pero si nos paramos a pensar, qué cierto es y cuanta razón.

Pondré un sencillo ejemplo de una persona que tiene un trabajo malísimo, que no le gusta en absoluto, pero en cambio ese trabajo es un bien para esa persona porque le da el sustento que necesita.
El otro ejemplo será una persona que le gustan mucho los malos hábitos como el alcohol, las drogas y el juego. Disfruta viviendo así, pero es tanta su adicción que no sólo está echando a perder su vida y quitándose salud día a día, sino que también su economía se ve tan desgastada que puede caer en la pobreza.
Aquí está el ejemplo que nos muestra el Corán, algo que no nos gusta es bueno para nosotros, mientras que algo que nos gusta es una perdición.

En mi caso, he de reconocer que hay muchas cosas que no me gustan de vivir en Francia, y que si pudiese me iría a otro lugar. Pero si lo pienso bien, no sólo agradezco estar aquí porque tenemos una buena situación gracias a Dios, sino que en otro lugar, por mucho que me guste, estaría rodeada de otras cosas malas que, quizás, me harían más infeliz.
Me gustaría vivir más cerca de mi lugar de origen, pero ¿es que ya no me acuerdo todo lo malo que tuve allí? ¿ya se me ha olvidado que no tenía la tranquilidad que tengo aquí en muchos aspectos? ¿ya se me han olvidado esas miradas de rechazo por parte gente cercana?
Puede que no me guste estar aquí, pero quizás sea lo mejor para mí y para mis hijos.

Que Allah nos facilite el mejor camino y nos dé aquello que nos gusta, pero sólo si es bueno para nosotros.
Y que Allah nos de fuerza para superar las dificultades y agradecer aquello que tenemos sea cual sea nuestra situación.

martes, 14 de junio de 2016

¿Castigo o prueba?

En algún momento de mi vida, hace años, pensaba que las cosas malas que nos sucedían eran un castigo.
De ahí que mucha gente se pregunte ¿qué he hecho para merecer esto? ¿por qué me pasa esto a mí?
Cuando moría una persona buena, pensaba ¿por qué se lo ha llevado?

Con el paso de los años, creciendo, madurando, cambiando mi forma de pensar y ver las cosas; pero sobre todo estudiando y aprendiendo el islam y las enseñanzas del Corán, mi punto de vista es totalmente diferente.

Dice en el Corán, en la palabra sagrada de Allah (Dios), que seremos probados con el hambre, la pobreza y la dificultad.
Y, si nos paramos a pensar, es cierto que a veces nos sucede algo malo que creemos que no merecemos.
Precisamente por eso, para poner a prueba hasta dónde somos capaces de llegar, cómo salimos de una situación, cómo reaccionamos ante las dificultades.
También me ha enseñado el islam que las dificultades que soportamos tienen su recompensa.
Nos viene un mal, lo superamos, y eso nos hace más fuertes para lo próximo que nos pueda pasar.
Pero también esperamos la recompensa de Allah (Dios), en esta vida y en la otra.

No veamos lo malo como un castigo, sino como una prueba que debemos superar de la mejor forma posible para obtener la recompensa.

domingo, 15 de mayo de 2016

Cómo cambia la vida cuando cumples y vives correctamente

Ser musulmán/a no es un camino fácil.
Ser musulmán/a no es sólo decir yo lo soy.
Ser musulmán requiere de mucho esfuerzo, sacrificio, constancia, y sobre todo, fe.

Ser musulmán/a es implicarte en el estudio de la religión, conocer en profundidad el Corán y sus significados, y las tradiciones proféticas.
Ser musulmán/a es vivir de acuerdo a la religión cada día.
Ser musulmán/a es ser obediente con los mandatos divinos.
Ser musulmán/a es mejorar cada día, ánimo de superación, querer llegar más lejos (en todos los sentidos).

Por eso, cuando te implicas en el estudio, te esfuerzas por mejorar, y sientes ese ánimo de querer llegar más lejos, es cuando tu vida cambia.

Cambia, sobre todo por el estado de paz y tranquilidad que tienes al saber que estás haciendo lo que crees correcto.

Pero cambia también en tu forma de ver las cosas, en el sentido de tu día a día.

Miro hacia atrás y pienso:
- En un momento de mi vida en que me sentía tan sola que la presión social me hizo apartarme por un momento de mis ideas y querer aparentar ser quien no era para tener nuevas amistades. Y ¿qué conseguí? Perdí mi tiempo, busqué quedar bien con personas que nunca me lo han agradecido, y finalmente me quedé más sola que al principio.
- En un momento de baja fe en que traté de alejarme de la religión, pero no del islam, sino de todas. ¿Y qué conseguí? Perdí mi tiempo, me salieron mal todas las cosas que estaba llevando a cabo, y nadie vino a ayudarme.

Miro al presente y me doy cuenta:
- Que desde que sigo mis ideas y vivo como yo quiero, soy mucho más feliz.
- Que desde que vivo por y para mi religión y mi creencia, no necesito nada ni a nadie, porque lo tengo todo. Tengo una familia, tengo personas importantes en mi vida, tengo unos estudios y tengo lo suficiente para vivir.
- Que desde que cumplo con mis obligaciones tengo tranquilidad en mi corazón.
- Que desde que me enfrenté al mundo y decidí dejar de esconderme y de ser quien no era ya no me importa lo que la gente piense o diga de mí.
- Que desde que cumplo con Dios, él me facilita el camino. Las cosas que quise y no pude, hoy las tengo.
- Que cuanto más me implico en el estudio y el conocimiento, más quiero saber, más lejos quiero llegar, y más fuerza tengo para seguir hacia adelante (con el permiso de Dios).



Que Allah nos facilite el camino a todos los musulmanes, nos mantenga firmes en nuestra creencia, aumente nuestra fe, y abra el corazón para que todos puedan comprender el verdadero mensaje del islam.

viernes, 13 de mayo de 2016

El divorcio y la repercusión en los hijos

Por circunstancias, últimamente he podido observar en mi entorno cómo repercute en los niños y niñas el hecho de que sus padres estén separados / divorciados.

No llego a comprender muy bien cómo dos personas que se han querido, se han amado, comenzaron en su día un proyecto de vida juntos, tienen hijos en común; pueden llegar a odiarse hasta el punto de evitar encontrarse, dirigirse una palabra, una mirada.

Se dice que del amor al odio hay sólo un paso, pero ¿cuál es ese paso que lleva de un extremo al otro?

Pienso que, los niños y niñas, necesitan tanto de su padre como de su madre.
Los dos les aportan algo por igual: puede que la madre se implique más en su higiene y alimentación, pero puede que el padre se implique más en el juego de sus hijos. Y aunque no fuese así, siempre les aportaría algo a los niños.

Cuando los padres se separan, quienes sufren las consecuencias son los niños y niñas:
- Papá y mamá siempre discuten (antes de separarse), el entorno está tenso y los niños lo sienten; les estamos enseñando un comportamiento que no es bueno ni apropiado.
- Papá / mamá se ha ido a vivir a otra casa, así que ahora cuando el niño/a llega a casa sólo puede compartir sus vivencias del día con uno de los dos.
- Pasa de ver a papá / mamá todos los días a verlo sólo los fines de semana, y por lo tanto en ese fin de semana no puede estar con la otra persona que pasa el resto de la semana.
- Cada uno le enseña unos valores, lo que es importante para mamá puede que no lo sea para papá.
Y esto sin entrar en cuando los padres se separan con muy mala situación y comienza un debate que los niños y niñas tienen que sufrir innecesariamente:
- Papá es malo porque...
- Mamá es mala porque...
- Papá / mamá ya no te quiere
- Papá / mamá te compra esto, te lleva a aquello, y el otro no

Pedimos a Allah que nos mantenga unidos, que nos aleje de los susurros y tentaciones de Shytan, que nos facilite la educación de nuestros hijos e hijas y que haga a nuestras familias de las justas.
Y si en algún caso un matrimonio no se entiende en la convivencia, no se quiere, y quiere vivir por separado, que sea antes de tener hijos o que sea de la forma más amable posible para que no repercuta negativamente en la vida de éstos.

Nunca pensé que haría...

Bien dice el refrán español: "nunca digas de este agua no beberé porque el camino es largo y te puede dar sed".

En mis principios de interesarme por el islam y los musulmanes, me llamaba la atención el velo, admiraba a las mujeres que lo llevaban: diferentes telas, diferentes formas de llevarlo, colores, sencillos, estampados...
Y a pesar de que me lo ponía y me miraba al espejo, nunca pensé que un día comenzaría a llevarlo para no quitármelo más.

Un buen día me lo puse, salí a la calle, y me sentía feliz, encantada de llevarlo.
No me lo puse de manera continuada, sino que unas veces me lo ponía y otras no.
Hasta que un buen día decidí que esa era mi identidad y que no me lo quitaría por nada ni por nadie.

Cuando comenzaba a leer cosas de la sunna (tradición profética), pensaba que cómo la gente podía vivir de esa manera:
-Decir bismillah (en el nombre de Dios) antes de hacer cualquier cosa (vestirse, cocinar, salir, etc)
-Comenzar a vestirme por la pierna y el brazo derecho, y desvestirme comenzando por el izquierdo.
-Cuidar aspectos de la higiene tales como cortar las uñas exactamente cada viernes y no dejarlas crecer durante más de cuarenta días.
-Comer, preferentemente, de plato al centro, empezando por el lado más cercano y dejando el centro para el final (pues en el centro del plato hay una bendición).
-Comer sólo con la mano derecha (y no tener mientras el pan con la izquierda)
Y un largo etcétera.

Y ahora me paro a pensar, y en algún momento de mi camino hacia el islam he ido adquiriendo estos modales, siendo ahora parte de mi día a día:
-No me pongo el segundo calcetín sin decir bismillah aunque ya lo haya dicho en al ponerme el primero.
-Digo bismillah al echar agua en la olla, cuando la pongo al fuego, cuando echo la comida, cuando la pongo en los platos...
Y así, un largo etcétera.

En fin, que las cosas que en su momento creía innecesarias, difíciles de llevar a cabo, poco a poco las he incluido en mi rutina diaria y ahora son parte de mi día a día.



Dije de este agua no beberé, y me la estoy bebiendo toda. Alhamdulilah (Gracias a Dios)